“La obra de arte ha sido siempre fundamentalmente susceptible de reproducción. Lo que los hombres habían hecho, podía ser imitado por los hombres. Los alumnos han hecho copias como ejercicio artístico, los maestros las hacen para difundir las obras, y finalmente copian también terceros ansiosos de ganancias. Frente a todo ello, la reproducción técnica de la obra de arte es algo nuevo que se impone en la historia intermitentemente, a empellones muy distantes unos de otros, pero con intensidad creciente” Sherry Levine (principal exponente del apropiacionismo)
Tal vez para muchos, la idea más clara de lo que es el apropiacionismo los refiera a la copia, en este caso, en el discurso del arte. Otros en cambio, pueden confundirlo con plagio y con algo ausente de encanto, originalidad e ideas propias y únicas. Sin embargo, es preciso reconocer que el apropiacionismo se convirtió en el recurso preferido de una serie de artistas de comienzos de la década de los ochenta como lo fueron Sherrie Levine, Louise Lawler, Allan McCollum o Fred Wilson, Martín Prada entre otros, quienes “copiaron” obras de otros autores, pero les imprimieron un sello propio, que aunque era difícil de captar a simple vista, estaba presente en cada obra, negando de esta manera una forma de plagio.
Esto se vio reforzado, cuando nacieron algunas teorías, las cuales afirman que la apropiación consiste en tomar una obra de arte para producirla nuevamente manteniendo tanto sus motivos como la técnica empleada y que aunque el resultado de esta acción es una obra exactamente igual (visualmente) a la primera, el hecho de ser realizada por otro artista, hace que la obra no sea igual a la primera “Aunque la obra sea la misma a una existente, al fin y al cabo, allí detrás tendríamos una subjetividad, una vida psíquica, una emocionalidad en trabajo … un autor”.
Tal vez para muchos, la idea más clara de lo que es el apropiacionismo los refiera a la copia, en este caso, en el discurso del arte. Otros en cambio, pueden confundirlo con plagio y con algo ausente de encanto, originalidad e ideas propias y únicas. Sin embargo, es preciso reconocer que el apropiacionismo se convirtió en el recurso preferido de una serie de artistas de comienzos de la década de los ochenta como lo fueron Sherrie Levine, Louise Lawler, Allan McCollum o Fred Wilson, Martín Prada entre otros, quienes “copiaron” obras de otros autores, pero les imprimieron un sello propio, que aunque era difícil de captar a simple vista, estaba presente en cada obra, negando de esta manera una forma de plagio.
Esto se vio reforzado, cuando nacieron algunas teorías, las cuales afirman que la apropiación consiste en tomar una obra de arte para producirla nuevamente manteniendo tanto sus motivos como la técnica empleada y que aunque el resultado de esta acción es una obra exactamente igual (visualmente) a la primera, el hecho de ser realizada por otro artista, hace que la obra no sea igual a la primera “Aunque la obra sea la misma a una existente, al fin y al cabo, allí detrás tendríamos una subjetividad, una vida psíquica, una emocionalidad en trabajo … un autor”.
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